Lecturas Post-Covid: «El papel de la Compra Pública de Innovación después del Covid-19»

15 de junio de 2020
CATEGORÍA:
Estrategias de ciudad
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  • Francisca Mª Hipólito Bonet, técnica del I+D+i en Compra Pública de Innovación de Las Naves, participa en la serie de #LecturasPostCovid.
  • Con ellas el centro de innovación pretende dar a conocer el trabajo que se lleva a cabo en cada una de las áreas de trabajo a través del punto de vista de nuestras técnicas y técnicos.

La crisis sanitaria del covid-19 está haciendo que nos replanteemos muchos paradigmas que pensábamos inamovibles. Estamos pendientes miles de millones de personas de los resultados de las investigaciones para encontrar una vacuna, y además hemos puesto la mirada en nuestras administraciones públicas y los servicios públicos que prestan: sanitarios, de atención social, de apoyo a la economía… La grave crisis y los retos que enfrentamos de carácter económico, social y ambiental necesitarán soluciones que pasan, ineludiblemente, por poner encima la mesa nuevas propuestas y nuevas políticas públicas.

Y en ese tablero de juego la Compra Pública de Innovación (CPI) tiene un papel importante. Las administraciones públicas y los ayuntamientos pueden ser un factor de fomento de la innovación a través de sus compras públicas. Esta herramienta permite resolver retos o necesidades no satisfechas en la prestación de los servicios públicos, incorporando soluciones innovadoras, así como incentivando la innovación en las pequeñas y medianas empresas.

La CPI permite la compra de bienes o servicios que no existen, participando la administración pública en el diseño de la solución pero dejando al sector privado, con las universidades y con otras empresas, la oportunidad de buscar nuevas alternativas, financiando no solo el producto final sino también la innovación. De este modo, los ayuntamientos se pueden convertir en un elemento central de fomento de la innovación.

Inicialmente, hablar de innovación puede llevarnos a pensar en tecnología, que utiliza el territorio, el municipio, como mero escenario; como un apoyo físico donde las innovaciones empresariales de carácter tecnológico tienen lugar. Pero la crisis del Covid-19 también nos da otra clave, hace falta que las personas estén en el centro de nuestro modelo de innovación: la innovación social exige la participación ciudadana centrándose en las personas y el conocimiento que generen.

¿Cómo sería un municipio donde todos sus edificios municipales fueran sostenibles energéticamente, desde la Lonja, Patrimonio de la Humanidad, hasta el edificio de Tabacalera? ¿O cómo se podría conjugar en el Parque Natural de la Devesa la conservación con el esparcimiento ciudadano utilizando nuevas tecnologías de recuento de visitantes, alertas frente al fuego y usos indebidos? ¿Os habéis preguntado cómo se reciclan los campos de fútbol de césped artificial de València? ¿O si hay barcas eléctricas en la Albufera?

No hay respuesta a estas preguntas a estas alturas, pero podríamos explorar la manera de hacerlo, dando un impulso a las empresas para que innoven y mejoren los servicios públicos. Al fin, no se trata más que de prestar más y mejores servicios públicos, más eficientes, más satisfactorios socialmente.

Quizás es un tópico, pero hay que recordar que cada euro que se invierte en innovación se devuelve a la sociedad multiplicado por 10: en puestos de trabajo de mejor calidad, en economía de valor añadido… Y, de este modo, con la Compra Pública de Innovación se contribuye a cambiar el modelo productivo para fortalecer la debilidad estructural que ha demostrado la economía española en esta crisis y que no nos permite tener mejores instrumentos fiscales e industriales para salir adelante.

Como dicen los modernos, la CPI es un win-win: Todos ganamos.

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