Exposición «Sono·Art», historia de los reproductores sonoros y audio-arte
- Visitas guiadas gratuitas, todos los miércoles de julio a las 19 horas.
Ëdouard-Léon Scott de Martinville, un impresor francés, se topó un día con un libro de anatomía humana. Se le ocurrió que quizá podría fijar los sonidos de una forma análoga a como hace la fotografía con las imágenes. Inventó un mecanismo basado en el oído humano y patentó en 1857 el fonautógrafo, que capturaba las ondas sonoras como marcas visuales en papel o vidrio, aunque carecía de la capacidad de reproducción del sonido. La nana “Au clair de la lune”, grabada el 9 de abril de 1860, se convierte en el primer registro de grabación sonora de la humanidad. No fue hasta el año 2008 que se consiguió reproducir con técnicas avanzadas.
Sono·Art parte del presente, de esta era digital, de contenidos en línea, de la nube, de la gran variedad de herramientas digitales. En un viaje temporal hacia el pasado, alcanzaremos la época analógica con los discos de vinilo, que aparecen en el 1925, los formatos populares de los años 60, como las postales que también eran discos flexibles. Porque detrás de estas máquinas y de estos soportes hay historias humanas, expresiones de sociedades y una interacción constante con el audio-arte.
Mediante experimentos sonoros que nacieron a principios del siglo XX, artistas como Luigi Russolo y los futuristas fueron pioneros en la exploración del ruido y de los sonidos industriales en sus composiciones.
Desarrollada por Fritz Pfleumer en la década de 1920, la cinta magnética permitió mayor precisión, fidelidad y versatilidad en la captura y reproducción de audio. Esta tecnología sentó las bases para importantes avances en la producción musical, la radiodifusión y la preservación de archivos.
A esta época electrificada le precede la era dorada de los grandes inventores.
Emile Berliner creó en 1887 el gramófono con un soporte circular plano, el disco de pizarra, con sistema de diafragma y aguja con trompeta a modo de altavoz, heredados del fonógrafo.
Thomas Edison presentó el fonógrafo en 1877. Este hecho marcó un hito significativo al permitir por primera vez la grabación y reproducción de sonido en un cilindro de cera giratorio. Hasta entonces, la única forma de escuchar música que no fuera en vivo era la de usar cajas de música que fueron evolucionando a partir de los “carillons à musique”, instrumentos musicales con campanas del siglo XVIII. Esas cajas de música marcan el final de nuestro viaje temporal que se inició en una imprenta.
Gilles Martin. Comisario de la exposición.
Responsable del laboratorio Sono·lab de Las Naves.
Fondos:
Colección privada de reproductores sonoros antiguos de Carlos Javier Ramos Darías y Domingo Fragiel Tremps.
Archivo del Laboratorio de Creaciones Intermedia LCI, (Universitat Politècnica de València). Cortesía de Miguel Molina-Alarcón.
“SUPER-SONIC: Colección Francisco López de Música Experimental y Audio-Arte”. Asesor: Rubén García.
Colecciones privadas de Fernando Brunet, Carlos Miragall, Marcos Obergozo, Carol Roda, Jorge Roda, Ximo Rojo.